Luego de todo esto, me pongo a pensar y pienso “Y ahora ¿qué
hago con mi vida?” Me había acostumbrado a una rutina hermosa, a la presencia
de alguien que pensé que siempre iba a estar conmigo apoyándonos, cuidándome,
moviendo cielo y tierra por verme sonreír. Pero, lamentablemente, en este mundo
casi nada es color de rosa, y a veces, aparece la bendita pared en el medio de
nuestro camino, y BUM, ahí es cuando caemos en la realidad, cuando notamos que
no todo es tan bueno como creíamos, que… esa persona.. en cierto modo, nos hace
mal. Ojo, no digo que todas las relaciones son así, porque por algo hay gente
que está casada y luego mucho tiempo sigue juntas. Pero, seamos sinceros,
¿acaso no es más normal ver como una pareja se cae a pedazos, que verlos
casarse?
Nadie cree en el amor, nadie cree en que el “para siempre”
permanece, justamente, para siempre. Bueno, yo lo creía, creía que nada sería
capaz de separarnos, que con el amor bastaba. Pero eso no lo es todo. Y a
veces, uno tiene que amarse a sí mismo para poder brindar amor al resto, y es
en lo que fallamos principalmente. Damos tanto amor al resto, sin esperar nada
a cambio (o al menos sin reclamarlo) que nos olvidamos de querernos, nos
auto-boicoteamos, al final de cuentas lo que debería hacernos bien nos termina
haciendo mal. ¿Y realmente vale la pena todo este dolor, a cambio de algo de
amor?
“Si me ama, cambiará, sé que lo hará”. Toda mi confianza
puesta en vos, sin importar lo que el resto dijera, sin importar incluso lo que
mi cabeza dictaba. Mi corazón mandaba en mi vida, y él decía que tenía que
seguir por vos. ¿Y qué gané con eso? Más dolor, más tristeza, más lagrimas
sobre mi almohada. Decidí terminar con todo esto, por vos, por mí, pero eso no
significa que de un día para el otro dejé de quererte.
Quizá suene contradictorio. Pero, por un lado, mi corazón se
había preparado para esto, pero por el otro, se volvía cada vez más y más frágil.
¿Y cómo poder aguantar ahora el hecho de que te aparezcas en mi mente, sin
aviso previo, y me destruyas al igual que lo hacías antes? ¿No era que,
terminando el calvario, las cosas estarían mejor? Mejoraron, pero no se terminó
la tortura.
No puedo evitar recordarte, recordarnos, y no desear que las
cosas volvieran a ser, al menos por un momento, como lo fueron al principio.
Cada beso, cada caricia, cada palabra de amor. ¿Por qué no se pudo quedar todo
tal y como estaba? ¿Por qué se tuvo que arruinar todo?
Y ahora solo me queda eso: recuerdos, fotos, textos, y un
corazón roto, si roto. Quizá ahora estés pensando que yo no debería estar
hablando de esto, que yo fui la causante en cierto punto. Pero estar lejos no significa falta de amor,
solo es signo de que quizá las cosas debían ser así, que quizá nuestro tiempo
terminó. Y hay que seguir adelante, con la frente en alto y con una sonrisa. “No
llores porque termino, sonríe porque sucedió” ¿no es así? A pesar de todo no te
odio, te amo, quizá no de la misma manera que al principio, pero tampoco dejé
de amarte. Solamente aprendí que, a veces, para lograr estar bien con uno mismo
y que la gente que querés también lo esté, es necesario alejarse, desaparecer
de la vida del otro. Nuestro tiempo terminó, pero no significa que vaya a
olvidarlo. Siempre vas a estar en mí, siempre. Y este corazón, que una vez fue
tuyo, siempre va a tener una marca con tu nombre, una cicatriz que de a poco va
sanando, pero que siempre va a estar para recordarme todos los días quien
fuiste en mi vida, quien logro hacerme ver todo de rosa, al menos por un
tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario